Cuento policial
La mujer de blanco
La mañana del lunes pintaba ser como cualquier otra, tranquila pero con la misma pesada sensación de arrancar una nueva semana que a todos nos fastidia. Me había preparado el desayuno de siempre, que era mi café con leche, con dos sobres de edulcorante y una tostada con queso crema y mermelada de durazno. Había ingerido el último bocado de mi rutinaria comida cuando recibí un llamado de la comisaría:
-Buen día agente, lamento llamarla desde tan temprano, pero la necesitamos urgente. -
Era el oficial Rodríguez, un tipo enano pero muy intenso, no me caía bien. Apenas corté la llamada, me terminé de vestir y antes de salir, me quedé un segundo mirando el reloj de pie que tenía al lado del sillón, que era una de las pocas cosas que me había podido llevar cuando vaciamos la casa de mi abuela. La hora marcaba las siete y media, la verdad que si era muy temprano.
Cuando llegué a la comisaría todo era un caos, había una mujer desconsolada suplicando ayuda ya que había desaparecido su bebé de seis meses, al instante asumí la razón del llamado a las siete.
Inmediatamente me dispuse a ayudarla, le pedí la información precisa de cómo habían sido los hechos y lo que había pasado fue que mientras ella dormía simplemente desapareció de la cuna sin dejar rastro, cómo si hubiese sido por arte de magia. Su nombre era Mariana Giménez, era madre soltera, pero el padre del niño vivía en otro país, por ende no habían posibilidades de que haya sido él. Este caso me hizo recordar a cuando ayudé a una mujer que le había pasado algo muy parecido hace unos meses, pero el caso jamás se había podido resolver ya que no habían pistas de lo que podría haber pasado con su hijo, ¿Acaso habrá pasado lo mismo?
Tras la larga jornada laboral, ya era hora de volver a mi casa. Por suerte mi casa quedaba cerca de la comisaría así que en diez minutos caminando llegaba. Eran las once y media, no había ni un alma por las calles de Palermo, lo que me intimidaba un poco, pero era plenamente consciente de que dentro se todo era una zona tranquila y segura, además esas cuadras me servían para hacer un poco de actividad física ya que soy bastante sedentaria.
Me encontraba rodeando los bosques hasta que escuché un grito desde atrás que me desestabilizó la paz de la caminata: ¡Cuidado!
Para mí horror, lo último que había podido ver antes de correr hacia adentro de los bosques de Palermo fue un perro negro, grande y que venía a máxima velocidad directo hacia mi. Como detective había visto muchísimas cosas a lo largo de mi vida profesional, pero lo que más me da miedo son los perros, por más irónico que suene es verdad.
Casi sin haberme dado cuenta y cómo un acto de defensa, me encontraba caminando dentro de los bosques, se me hacía raro ir por ahí pero quizás llegaría más rápido a mi casa, por lo que no tuve problema. Seguí caminando hasta que la presencia de un bulto blanco a lo lejos me llamó la atención, al no haber nadie me daba un poco de miedo, pero algo me decía que tenía que saber que era. Al ver más de cerca, la cabeza se me llenó de dudas, era una mujer joven, rubia y que estaba toda vestida de blanco, era muy parecida a la cantante Stevie Nicks pero completamente hecha un fantasma en vida. Lo que más me había llamado la atención fue que tenía un bebé en sus brazos, que coincidía con las características que me había dicho la mujer a la mañana. La mujer apenas me vio salió corriendo, no me esforcé en perseguirla porque era muy tarde y necesitaba llegar a mi casa.
Llegué, cené una sopa de calabaza que tenía en la heladera y me fui directo a acostar, estaba muerta. Al intentar dormir no podía, ya que pensaba todo el tiempo en esa mujer, sentía que había visto a la llorona pero era una mujer viva. A la mañana siguiente, no pude ni desayunar, tenía el estómago muy revuelto. Llegué a la comisaría temprano y seguí con el caso de Mariana, que ya estaba allí esperándome, no quise contarle aún lo que había visto la noche anterior porque no sabía con certeza si era su hijo el que esa mujer tenía en sus brazos. Mariana seguía sin obtener nada de información sobre su bebé, y yo seguía frustrada por el hecho de no poder ayudarla.
Ese día salí de la comisaría más temprano, así que decidí volver a tomar el mismo camino solo que sin ningún perro negro asustándome. Para mi sorpresa no había nadie, pero cuando llegué a casa, me percaté que había un sobre debajo del felpudo de la entrada, cuando lo abrí había un cuchillo herrumbrado en el, lo solté rápidamente debido al miedo de que sea explosivo. Mi papá también era detective y estuvo a cargo de un caso muy especial durante la última dictadura cívico militar, el falleció debido a un sobre de estas características que le habían dejado bajo su puerta.
Cuando me estaba por ir a acostar, me clavé un vidrio en el pie y me di cuenta que mi espejo estaba roto, era mucha casualidad ¿Había sido esta mujer? necesitaba resolver esto.
Al otro día cuando estaba en la comisaría, llegó un hombre pidiendo ayuda, ya que su mujer estaba desaparecida. Como Mariana no había llegado fui a ayudarlo con su caso. Su nombre era Antonio, me contó que su mujer Andrea había sido internada hace un tiempo en un manicomio, él iba a visitarla una vez por semana hasta que ayer le avisaron que se había escapado sin dejar rastro. Le pedí más detalles sobre ella, me mostró unas fotos de ellos en un viaje y era la misma mujer rubia y joven que había visto dos días atrás. Antonio me aclaró que necesitábamos encontrarla, que ella no se encontraba bien, la razón por la que había terminado en el manicomio era que ellos habían intentado por años tener hijos, hasta que finalmente Andrea quedó embarazada, pero tras el nacimiento del niño hubieron complicaciones que terminaron con la muerte del niño en el parto, a partir de ese momento ella no volvió a ser la misma. Su salud mental se había deteriorado tanto que meses atrás, en un intento desesperado de ser madre robó a un bebé que terminó asesinando. Quedé impactada.
Al instante le dije al hombre lo que había visto y lo que me había encontrado anoche, la inmediata expresión en su cara me dio a entender que era Andrea y que necesitábamos encontrarla. Mariana llegó, los reuní a ambos y les comenté a ambos toda información que tenía y lo que necesitábamos hacer antes de que sea demasiado tarde.
De manera estratégica, salimos de la comisaría a las once y media, cómo aquel día. Nos metimos sigilosamente en los bosques de Palermo en busca de Andrea, para nuestra suerte estaba ella y el hijo de Mariana. Sin pensarlo corrimos hacia ellos, la mujer al ver a su marido con nosotros no puso mucha resistencia. La llevamos a la comisaría y el niño volvió con su madre, llegamos justo a tiempo.
Tras todo esto Andrea fue enjuiciada, sus problemas mentales ya estaban afectando la integridad de los demás. Fue condenada a cadena perpetua.
Yo después de todo esto decidí mudarme al sur, este caso sin duda me había volado la cabeza, necesitaba un poco más de naturaleza y alejarme de la capital, por más de lo mucho que la adoraba, pero realmente creo que jamás voy a poder olvidarme de aquella mujer de blanco.
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